lunes, 16 de enero de 2017

Viaje al Roraima maravilloso diciembre 2016-enero 2017. Por: Yvelize Tozzi. Fotografía grupal: Verónica Badell.


Viaje al Roraima maravilloso diciembre 2016-enero 2017 Cada viaje es diferente. Aunque se vaya a un sitio al cual se ha añorado regresar, realmente se llega a otro. Están las mismas piedras, pero nosotros no somos los mismos... Esta vez no iría con mis compañeras de aventuras de siempre y quienes aparecen ahora en la planilla de "en caso de emergencia llame a” son también otros... La vida... El plan original: irme sola, entre desconocidos. Por eso, contraté a Akanan, agencia VIP que me llevaría segura de Puerto Ordaz a San Francisco de Yuruaní para iniciar la excursión. Naturalmente, fue más que eso lo que recibí de ellos.
Días previos: contra todo pronóstico, mi hermano vendría conmigo, es decir, emociones distintas, preparativos distintos. Una corredera, pues, como para calentar motores... Ya descansaremos (...¿cuándo?...).
Días 0: La aventura comienza en el aeropuerto de Maiquetía. El vuelo tendría 3 horas de retraso. ¿Datos interesantes? La gente con la que nos vamos se ve chévere. Hay una cosa que se llama crash bag y usan los escaladores para que cuando se espatillen contra el piso no sea tan duro, es una colchoneta inmensa y pesada. Una loca que viene con nosotros trae uno, al Roraima. Se lo va a cargar un pemón. También su batería de 8kgs para la cámara, ya que quiere una foto escalando y otras en las que la cámara pasa horas prendida y consume mucha batería. Seguro el crash bag y la batería pesan juntos más que ella, así que podría contratar otro pemón que la llevara cargada, pero mejor no le damos la idea... Hay cada loco en esta Tierra.... Finalmente, llegamos a Puerto Ordaz. Dormimos en excelente posada y en la mañana recogimos al resto del grupo (todos son super chéveres) para arrancar en una mega van de lujo a San Francisco de Yuruaní, que es algo así como el límite de la Tierra con el Cielo. Allí llegamos a tiempo para dormir en la última cama que veríamos en varios días (aparte del crash bag...).
Día 1: De Paraitepui a Campamento Tek. Primer día de Gabriel con morral, pero claro, ya él no es aquel desentrenado que me acompañó con el CEC a La Laguna de Santo Cristo. Ahora pretende correr (literalmente), porque en su plan de entrenamiento para Maraton hoy le tocarían 16k y a él le parece que caminar 6 horas con morral de 10 kgs entre subidas y bajadas "chinchorros" no es “tanto” esfuerzo. Caminamos bajo un cielo azul y un solazo que me hace pensar en el tratamiento para las manchas de la cara. No me quito el sombrero más que para las fotos. De aquí saldré sin manchas. Y sin neuronas, porque se me deben haber achicharrado todas... En fin, aunque la montaña nos hace más inteligentes, con el cerebro frito como lo tengo bajo el sombrero creo que la cabeza me irá quedando sólo para llevar el pelo. Y, claro, el sombrero... Acampamos junto a Río Tek, después de un fantástico baño en sus aguas congelantes con vista grandiosa al Roraima y Kukenan (¡esta vez se ve!... lo que es el clima), y de nuestro primer encuentro con las criaturas más torturantes de la Tierra: los puripuri... Datos técnicos (aunque el Polar estuvo en blanco a ratos... solidario con mi cerebro): 3 horas y media de caminatas, más paradas. 121 pulsaciones promedio (pp), 1100 calorías.
Día 2: Río Tek a Campamento Base. Amaneció nublado, a pesar de lo cual a ratos se ven Roraima y Kukenan. La fotógrafa escaladora no logró tomar las super fotos del amanecer debido al clima. Ya con esto comienza a parecer injustificada la batería de 8kgs, pero bueno, cada cabeza es un mundo. Caminamos en subida hasta Campamento Base, parando para almorzar (los mortales que vinimos, los dos costarricenses imparables siguieron de largo…). Seguimos subiendo a Campamento Base, nos llueve al llegar, enfrentamos el barro imposible en el piso, un gentío (tipo semana santa en playa el agua), la lluvia que te hace sentir "pobre de mí, aún no armaron las carpas” y en eso, se despeja, se asienta la niebla y aparece un arcoiris impactante justo delante de la Pared (aunque sólo se ve parcialmente) del Roraima. Está bien: así llueva, así te piquen puripuris, así te congeles con el aguahielo en el que uno se baña después de haberse pasado el día con el cerebro achicharrado, así salgas de ese baño-penitencia para volver a meter los pies en barro y luego en carpas armadas en un huequito imposible porque ya no hay más espacio, aún así, no hay lugar más acogedor que la cercanía al Roraima... Datos técnicos: 4 horas de caminatas. 126pp, 1410 calorías. Día 3: campamento base a cima del Roraima: ¿hay mejor manera de terminar un año que subir el Roraima?... Es 31 de diciembre... Amaneció lloviendo, pero ¡pa’ arriba! Enfrentamos la subida, arrancando por partes de arcilla resbalosilla y retadora. Este morral pesa. Gabriel no se ha quejado, ni del peso ni de no haber entrenado. O entró en razón o ya piensa que esto es suficiente ejercicio... Subimos, él con cara de maravilla, al estar en selva por primera vez en la vida. Qué lugar. En cualquier momento nos saldrá un duende... Nos paramos a respirar un momento y me doy cuenta que lo que tenemos al lado es !la Pared del Roraima!... Qué emoción... La primera vez que estuve iba con pemón... Esta vez soy la encargada de decirle a Gabriel el significado de ese lugar, la reverencia que merece, la necesidad de pedir permiso para entrar a esa montaña sagrada, obra indubitable de Dios, la posibilidad de pedir deseos (¿acaso no merecemos el cielo por pegarnos esas subidas con morrales?. Querido Santa: este año como que me he portado mejor que nunca. Bueno, al menos hoy…). Y llegamos al mirador en medio de lluvias intermitentes y selva. Ya vemos la parte más difícil, llegamos al Paso de las Lágrimas. Esta vez mi prueba espiritual es hacer el paso bajo lluvia, con morral pesado, sin pemón al lado que me guíe y con las piedrecitas estas desprendiéndose. Pero yo puedo, yo puedo, yo puedo, Padenuestro que estás en los Cielos, yo puedo. Y pasé... ¡listo! ¡Pude!. Prueba superada... ¿La recompensa? llegar a la cima del Roraima es salir de la Tierra sin cohete. Es como si toda la ruta es un túnel para llegar a la superficie lunar... Este es el lugar más hermoso que mis ojos han visto. La sensación de ser parte de todo, de todo esto que es tan bello, nos arropa en agradecimiento... Arropada que no está de más porque el frío pega durísimo cuando uno viene mojado por la lluvia bautismal y allá te recibe una temperatura lunar... Nos tomamos todas las fotos posibles con unas sonrisas que no nos caben en los cuerpos... Un ratico después vemos una de las muchachas pemonas, la de la sonrisa más pura del planeta, y la seguimos hasta el lugar de acampada. Nos toca recorrer unos pozos respetables y para no mojar más los zapatos, nos los quitamos. Primera caminata descalza en el Roraima. Siempre me toca. Llegamos al campamento, me baño en un chorro de aguahielo que baja por las lajas (solo yo, la más valiente entre los valientes, los demás se conformaron con toallitas húmedas), me congelo el cerebro (¿qué será de la vida de mis neuronas? ¿Habrán muerto por achicharramiento o congelación?...ya ni he pensado más en ellas. Bueno, ahora que me doy cuenta: ya ni he pensado más...¡ups!)... Es 31 de diciembre, la gente normal está en la peluquería. Yo estoy como un pollito mojado dentro de la carpa a las 6 de la tarde, y las uñas, así las remoje hasta que los dedos se pongan azules de frío, siguen con barro... Como el frío no nos deja salir y parece que Gabriel y yo somos los más divertidos del campamento, la celebración de año nuevo termina siendo dentro de nuestra carpa. El mundo afuera desaparece, dormido. Acá, en cambio estamos 5 personas en una carpa de 2: música, luces estroboscópicas de un Ipod, tipo discoteca de New York (al fin se justificó la batería de 8 kgs que trae la mujer más paciente de la Tierra sobre su espalda), 2 botellas de champaña, 1 de vino, 2 chocolates que alguien se comió y los demás no vimos, y unos deseos medio inconfesables pronunciados a las 12 de la noche mientras, a falta de uvas, nos comimos 12 pasitas escarbadas de la granola de cada uno. Todo eso junto a los abrazos quíntuples de las 12 hora Caracas y las 12 hora San José de Costa Rica... La vida es tan inesperada... Jamás imaginé que así iba a ser el fin del 2016... ¿Para qué sirven los planes y las expectativas?... ¡Feliz 2017! Datos técnicos: 4 horas de caminatas más paradas. 130 pp, 1430 calorías. 3 botellas de alcohol, 1 carpa, 5 locos, 1 iPhone con música y otro con luces estroboscópicas y 1 super batería de 8kgs en la cumbre del Roraima.
Día 4: Primero de enero en la Cima del Roraima. ¡Pide un deseo! Concedido: empezarás el año así: viva, pero en el Cielo. Aquí estamos. La Ventana, el Abismo, el crash bag injustificado porque la foto realmente fue con ayuda de un alma compasiva que ayudó a cierta loca a tomarse su foto imposible, Maverick en crocs llenas de barro (¿ya dije que soy la más valiente entre los valientes? Es el punto más alto del Roraima. Daba miedo. Tenía pinta de lluvia y estaba por oscurecer. Yo en Crocs. Pero me dejé convencer). Camino por estos lares. ¿Qué importan los nombres? Es el Cielo, en resumen. Datos técnicos: 2 horas, 226 calorías y luego hora y media 360 calorías.
Día 5. Bajada desde Roraima hasta Campamento Tek: prueba suprema de resistencia y valentía. 7 horas y media bajando con morral de 10 kgs por el encantador Paso de las Lágrimas (ahora sin lluvia, aunque aún mojado) y las encantadoras patinatas de arcilla previas a Campamento Base. Nos despedimos de la Pared del Roraima. Bueno, yo. Gabriel no quiso ir tan lentamente como una tortuguita coja, así que seguí a ese, mi ritmo de bajada, como si hiciera Tai Chi a los 95 años. Terminé bajando con Luis, un chamo increíble que aprende a una velocidad pasmosa. Íbamos diciendo "somos unos duros". Y fuimos duros. Almorzamos con jamón serrano en Campamento Base. Desde allí seguimos juntos Gabriel, la loca del crash bag, y yo, caminando y tomando fotos. Llegamos a los puripuri. Cruzamos (esta vez a pie, la primera fue en canoa) el Kukenan. Yo agarrapatada con los pemones, para no caer al agua con el morral, mientras Gabriel se burlaba y se colocaba un repelente que le dieron las chicas de Estonia y que seguramente debe dar una enfermedad mortal, pero aleja a los puripuri. Finalmente, un ratico después llegamos a Campamento Tek. Allí dormimos en lo más cómodo del viaje. Datos técnicos: 7 horas y media más descansos, 121pp, 2018 calorías.
Día 5: Campamento Tek-Paraitepui. A Dios gracias no llegamos ver a los velocirraptor de los que Luis me hablaba. Con él y con Armando sintiéndose mal, Gabriel y yo nos gozamos las últimas vistas del Roraima y Kukenan, bajo un sol inclemente (ya no queda cerebro que se me pueda derretir...) llegamos a Paraitepui. Nos despedimos del Roraima. Hay quien llora sin saber porqué. Vamos a San Francisco de Yuruaní a dormir en cama y bañarnos en ducha (...fría, no todo puede ser tan fácil...). Datos técnicos: 3 horas y 20 de caminatas más descansos, 127pp, 1180 calorías. Día de regreso: en camioneta Van VIP rodamos a Puerto Ordaz, la sorpresa mayúscula es que el vuelo a Caracas salió a tiempo. En este, el país del Roraima, a veces ocurren milagros. Datos técnicos: hoy es mi día 1 de 7 de reposo deportivo voluntario de cada año. El crash bag de Verónica llegó a Caracas sano, salvo y sin haberse usado. Todo es fácil.
En resumen, un viaje inolvidable. “Maravilloso” es lo que me describe el paisaje que el Roraima me imprimió en el alma en este segundo viaje. No estoy segura de lo que pase con mi cerebro, por si acaso, escribí todo esto. Al menos los sombreros no me quedan tan mal, así que quizá para usarlos sea para lo que termine sirviendo esta cabeza...


No hay comentarios:

Publicar un comentario